En muchas historias literarias, los personajes nos muestran el valor de la gratitud. Anne Shirley, del clásico Ana de las Tejas Verdes, agradece incluso por los pequeños detalles de la vida. Sam, en El Señor de los Anillos, encuentra motivos para agradecer aun en medio de la oscuridad.
Ellos, y muchos otros personajes, nos enseñan que la gratitud no depende de las circunstancias, sino de la manera en que miramos el mundo. Los libros se convierten así en espejos donde descubrimos cómo agradecer más y quejar menos.
“La gratitud convierte lo que tenemos en suficiente, y la lectura nos recuerda que siempre hay algo que aprender y valorar.”
En este tiempo de reflexión y agradecimiento, los libros pueden acompañarnos como maestros silenciosos que nos enseñan a reconocer lo bueno que nos rodea.
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