La lectura crítica es una competencia fundamental en la educación superior, ya que va más allá de la simple decodificación de palabras o comprensión literal de los textos. Según Rendón, Espinal Patiño, Arbeláez Vera, Gómez Gómez y Serna Aristizábal (2014), la lectura crítica permite a los estudiantes analizar argumentos, evaluar evidencia, identificar supuestos implícitos y construir opiniones fundamentadas. Esto es particularmente relevante en entornos académicos donde la información es abundante y muchas veces contradictoria, y donde se requiere discernimiento para seleccionar fuentes confiables.
El desarrollo de esta competencia fomenta el pensamiento autónomo y fortalece la capacidad de resolución de problemas. Por ejemplo, en la investigación académica, los estudiantes que aplican la lectura crítica son capaces de comparar distintos enfoques sobre un mismo tema, identificar sesgos en los autores y proponer interpretaciones propias basadas en evidencia sólida. Además, la lectura crítica contribuye al desarrollo de habilidades metacognitivas, como la capacidad de autorregular la comprensión del texto, revisar supuestos personales y reflexionar sobre el proceso de aprendizaje.
Para implementar la lectura crítica, los docentes pueden utilizar estrategias como debates basados en lecturas, análisis de casos, cuestionarios críticos y elaboración de resúmenes reflexivos. Estas prácticas permiten que el estudiante no solo consuma información, sino que la transforme en conocimiento significativo.
Referencia APA:
Rendón, J. C., Espinal Patiño, C., Arbeláez Vera, D. C., Gómez Gómez, J. A., & Serna Aristizábal, C. (2014). La lectura crítica en la educación superior: un estado de la cuestión. Revista Virtual Universidad Católica del Norte, 41, 4–18. https://revistavirtual.ucn.edu.co/index.php/RevistaUCN/article/view/461
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